domingo, 2 de octubre de 2011

Inicio de la temporada en el Teatro de la Maestranza. Ciclo Mozart I

Con las bodas de Fígaro se culmina el inicio de temporada del Teatro de la Maestranza, con un pequeño ciclo dedicado al genio de Salzsburgo. Ha sido una inteligente e interesante propuesta de la dirección artística del teatro, por lo que significa para público y orquesta de adentrarse en el universo mozartiano. Los días 13 y 15 de septiembre, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), dirigida por su director titular y artístico Pedro Halffter, ofreció sendos conciertos monográficos en los que se interpretaron cuatro conciertos para instrumentos de viento de Mozart, los de flauta K.313, clarinete K.622, oboe K.271 y fagot K.191. Todos magníficamente interpretados en el papel solista por miembros de la propia orquesta y donde ésta dio claras muestras de su evolución y progreso en la interpretación, dentro de estilo, de este repertorio, con una cuerda menos numerosa y ágil que de costumbre, evitando el vibrato, inexistente en este periodo y muy común en épocas posteriores.

Destacó el bellísimo concierto para clarinete, obra maestra para este instrumento, de una enorme profundidad expresiva, en especial el segundo movimiento, que abona aún más la idea de considerar a Mozart como compositor que trasciende a su propia época. En palabras de Paumgartner “Todo en esta página es confesión dolida, sonriente sabiduría devenida sonido, iluminado conocimiento de lo bello, de la felicidad y transitoriedad de la vida”.
En el siguiente enlace se puede acceder a la magnífica versión de este concierto a cargo  de La Orquesta de Cleveland dirigida por George Szell y con Robert Marcellus al clarinete.

Cada uno de estos conciertos incluyó en su segunda parte una sinfonía, la número 40, K.550 y la número 41, K.551, respectivamente. La primera de ellas sonó impetuosa e intensa, más cerca de Beethoven que de intentar mostrar toda la desolada belleza que esconden estos pentagramas. Se presentía un cierto halo romántico en esta interpretación, que descoloca al principio, pero que alcanza todo su sentido si se tiene en cuenta la trayectoria vital de Mozart, su necesidad de libertad, su consiguiente alejamiento de la seguridad material en la corte  Salzburguesa para adentrarse en un mundo incierto los diez últimos años de su vida, con su traslado a Viena, para intentar vivir de su trabajo y no como un siervo más de la corte. Esto que fue posible en el siglo XIX, era todavía imposible al final del siglo XVIII al no existir aún una clase media burguesa que pagara por asistir a conciertos, y el músico todavía dependía de los encargos y caprichos de la Nobleza. En esta ansia de libertad tanto material como artística están cimentadas obras con un profundísimo sustrato expresivo propio de obras de épocas posteriores, como esta sinfonía número 40 o el concierto para clarinete referido anteriormente.

 La interpretación de la sinfonía número 41 fue de una claridad instrumental y belleza extraordinarias, mostrando con meridiana claridad su conseguido contrapunto y las grandes sugerencias operísticas de esta obra.

De estas dos sinfonías propuse una grabación mediante un enlace en la entrada del 8 de septiembre de este blog, con una orquesta moderna, la del Concertgebow de Amsterdam dirigida por Josef Krips, ahora propongo una versión de una orquesta formada por instrumentos originales, es decir de la época de Mozart, con tempos más vivos y contrastados, de la Orquesta du musiciens du Louvre dirigida por Marc Minkowski.

Mozart: Sinfonía nº 40. Minkowski

Mozart: Sinfonía nº 41. Minkowski

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