jueves, 4 de agosto de 2011

Bayreuth III: Lohengrin

La primera representación para la que disponíamos de entradas era Lohengrin, el 27 de julio. Las representaciones en el festival comienzan a las 4 de la tarde. Es recomendable llegar temprano, es decir salir a las 3 del hotel e ir caminando hasta el teatro, disfrutando del paseo y concentrándose en lo que está por venir. Llegamos sobre las 3:30, pero para nuestra sorpresa son muchas las personas que se encuentran ya en los alrededores del teatro esperando y disfrutando del momento. Excepto un rato por la mañana, el día está dedicado casi por completo a las representaciones. Hay un descanso entre cada acto de una hora, teniendo en cuenta que cada uno tiene una duración media de unos 90 minutos, significa que se dedican unas siete horas diarias al festival, pero se pasan casi sin darte cuenta. Se disfruta de cada momento antes, durante y después de las representaciones.
Cuando faltan 15 minutos para el comienzo de la ópera, desde un balcón del Teatro, un grupo de metales de la orquesta hace una llamada al público mediante una melodía que será escuchada en el acto siguiente. Se escucha una fanfarria 15 minutos antes del comienzo, dos fanfarrias 10 minutos antes y tres fanfarrias cuando faltan 5 minutos. Es costumbre acercarse para escuchar las fanfarrias antes de cada acto.


Una vez dentro del teatro, lo primero que sorprende desde el punto de vista musical es la magnífica sonoridad de la orquesta, nada parecido a lo escuchado antes en un teatro. Su sonido parte como desde las profundidades y adquiere un protagonismo exultante. La densidad orquestal es portentosa, ya desde el preludio inicial se percibía una gran transparencia en todas las secciones, es decir, un sonido robusto pero a la vez transparente. Lo que ocurre en otros teatros con bastante frecuencia cuando se escucha una obra de Wagner, y si el director no tiene un gran control de la dinámica orquestal, es que las voces son tapadas por la orquesta, aquí eso no ocurre jamás, tal es la acústica de la sala que las voces, a pesar de estar inmersas en este magma sonoro, suenan con total nitidez, escuchándose de ellas todos los matices. Se obtiene la tan anhelada por Wagner unión de orquesta y voz siendo ambas protagonistas indiscutibles. La dirección del Letón Andris Nelson, director de 33 años, de ascendente carrera y con una agenda de vértigo con las más importantes orquestas del continente, fue cuidadosa con el detalle e intensa en el aspecto teatral y dramático. Téngase en cuenta que la orquesta esta formada por una selección de los mejores músicos de las mejores orquestas europeas, por lo que los mimbres no pueden ser mejores. No hay que olvidar tampoco el concienzudo trabajo de preparación y ensayo de la orquesta desde el mes de abril.
El reparto de Lohengrin (enlace) fue muy compensado. La Ortrud de Petra Lang estuvo realmente bien. Una buena actriz con una extraordinaria y oscura voz muy apropiada para su papel, fue muy aplaudida. Su compañero de reparto Tómas Tómasson encarnando al malvado y algo manipulable Friedrich von Telramund estuvo también a la altura de las circunstancias, poderosa voz y buen interprete. El dúo que protagonizan en el principio del segundo acto fue de gran altura e intensidad. Los papeles del Rey, interpretado por Georg Zeppenfeld, y el Heraldo por Samuel Youn, fueron convincentes y de notables medios vocales, pero los que realmente se llevaron todas las ovaciones y pateos de la velada fueron los interpretes de Elsa y Lohengrin. El tenor Klaus Florian Vogt que interpretaba al protagonista de la ópera con una voz preciosa, de gran luminosidad, intensa y muy poderosa,hizo gala de una interpretación sobresaliente, parecía difícil hacer un Lohengrin tan convincente después de que el pasado 2010 triunfara en este mismo escenario y en este mismo papel de una forma tan unánime, el magnífico tenor Jonas Kaufmann, que pudimos ver en el Teatro de la Maestranza la pasada temporada interpretando el ciclo de Líder "La bella molinera" de Schubert.  Fue muy ovacionada también la soprano Annette Dasch que aportó una convincente visión de la ingenua Elsa, con una voz de gran belleza.
Respecto a la puesta en escena habría que hacer algunas matizaciones. Cuando se asiste a una representación en un Festival como el presente, hay que tener en cuenta que el público es un gran conocedor de las obras que se van a montar. No es baladí el hecho de que para conseguir entradas es necesario estar en una lista de espera de 10 años, es decir, el público sabe exactamente a lo que viene. Este hecho es aprovechado por los directores de escena que hacen propuestas como en el caso de Lohengrin, que no tienen en principio mucho que ver con lo que aparece en el argumento original de la ópera (enlace). Es como una historia paralela, en la que se usa la música, las voces, la interpretación de los cantantes actores,etc, para contar una historia a veces difícil de seguir, por lo que durante la representación se complica mucho la comprensión de la obra. En Lohengrin no se llegó a cotas demasiado altas de este hecho pero si que te descoloca al principio hasta que consigues darte cuenta de lo que intenta expresar el director de escena, por cierto en esta obra fueron abucheados los dos responsables de la parte escénica por una gran parte del público. Hicieron un uso muy directo de la luz, consiguiendo un sentido muy poco poético y si muy realista, que aportaba una cierta incomodidad. Pero no era esto lo más significativo, lo que realmente llegaba a generar cierta repulsa era que el pueblo de Brabante estaba formado por ratas, queriendo expresar la situación de baja moral y de indignidad de estas gentes por los acontecimientos que se cuentan en la obra. Las cosas se van comprendiendo cuando se entiende este punto y cuando al aparecer Lohengrin y convertirse en el lider de este pueblo, un líder lleno de grandes valores las ratas van perdiendo su forma para ir adoptando una forma más humana. Todo esto tiene posiblemente un gran significado con la situación de la sociedad actual.


Como la partitura no se puede tocar los escenógrafos hacen suso de todos los medios a su alcance para aportar una visión de la obra para el público contemporáneo, con lo que se produce una actualización de la obra. Claro que a veces esto se consigue y otras no. Yo creo que siempre que se potencie el mensaje de la obra o por lo menos no se vaya en contra del mismo, todo es plausible, pero no conviene forzar tanto que la cuerda se rompa. Dicho todo esto vi interesante la propuesta escénica, aunque siento una gran predilección por la propuestas sugerentes y poéticas, sobre todo en obras como esta, con grandes dosis de cuento romántico lleno de significados.

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