domingo, 29 de enero de 2012

2. Concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (17-02-2012): Mozart y Tchaikovsky

Programa:
Sinfonía nº 27 en sol mayor K.199
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Variaciones sobre un tema Rococó
Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893)

Pulcinella (Ballet)
Igor Stravinski (1882-1971)

Josep Pons Director
Daniel Müller-Schott Violonchelo
Marina Rodríguez- Cusí Mezzosoprano
Francisco Vas Tenor
José Antonio López Barítono

Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Teatro de la Maestranza, viernes 17 de febrero de 2012



Normalmente, un concierto reune una serie de obras con las que se pretende profundizar en una determinada idea. Esta selección suele guardar una lógica interna, que cuando es conocida por el oyente, puede no sólo escuchar las obras como objetos independientes, sino también reflexionar sobre el mundo nuevo de interrelaciones que se abre ante si. El programador de los conciertos, de esta forma, aporta su propia visión, sugiriendo un nuevo contexto en el que escuchar las obras.

Algo así ocurre en este concierto, que a mi modo de ver, establece como tema principal la mirada al pasado. Todas las obras programadas tienen en común el cómo hacer música en su presente, inspirándose en tiempos anteriores, como si se quisiera dejar de lado un presente que no gusta demasiado o del que se necesita salir por diferentes motivos.

W. A. Mozart

El hilo conductor que une las tres obras de este concierto es el clasicismo, y la visión que sobre el mismo se tiene desde tres siglos diferentes. Por este motivo la orquesta estará constituida por un número reducido de instrumentistas,  tal y como ocurría en la segunda mitad del siglo XVIII.  La primera obra, la sinfonía número 27 es del siglo XVIII, de 1773 para ser exactos y es compuesta por Mozart con 17 años. Pertenece a lo que se ha dado en llamar clasicismo musical, que es un periodo comprendido entre 1765 y el primer cuarto del siglo XIX. Aquí tenemos la primera mirada al pasado, la época clásica de nuestra cultura, al mundo griego. En música surge como contraposición a las complejidades armónicas y rítmicas del barroco, el periodo artístico anterior, por un cambio del gusto por parte de la aristocracia, la gran consumidora de música de la época, y por la incorporación de una nueva clase social al disfrute de la música, la burguesía.

El término clasicismo  se refiere a las características que se perciben de la tradición greco-romana, como serenidad, equilibrio, proporción, sencillez, disciplina y artesanía formales y una expresión universal y objetiva, en vez de particular y subjetiva

Esta primera obra del programa, de aparente intrascendencia, sitúa perfectamente la temática del concierto. En su comienzo, ligero y gustoso de escuchar, aparecen algunas pinceladas oscuras, difíciles de percibir si no se presta suficiente atención, que son más intensas en el bellísimo segundo movimiento y que nos llevan a un más elaborado tercer movimiento, que por momentos, recuerda a algunos sublimes pasajes de sus operas. Mozart es un compositor que incluso en los momentos aparentemente más alegres nos sorprende con alguna mirada triste y expresiva.


  Daniel Müller-Schott 


La segunda obra es las “Variaciones sobre un tema Rococó” de Piotr IIich Tchaikovsky, estrenada en 1877, es decir,  un siglo después. En esta obra queda claro el apego de su autor por el estilo galante del siglo XVIII. Son ocho variaciones sobre un tema clásico, de gran virtuosismo en la parte solista dada por un violonchelo, que se contrapone, a modo de concierto para dicho instrumento, al resto de la orquesta.  Es una mirada al siglo XVIII, pero desde los parámetros de la estética romántica, si bien impregnada de un sentido decorativo que mira al pasado. Estamos ante una recreación moderna del modelo clásico, una anticipación neoclásica en suma.

P. I. Tchaikovsky

Llama la atención la claridad de las texturas de una orquesta de pocos efectivos, teniendo en cuenta que fue compuesta en pleno romanticismo, periodo en el que la escritura orquestal es mucho más densa y el número de músicos que compone la orquesta es significativamente superior.

Tchaikovsky es el compositor ruso más importante del siglo XIX. El atractivo de su música viene de la riqueza inagotable de su melodía y de un brillo orquestal que le aporta un sello bien reconocible. Fue uno de los grandes orquestadores de la historia de la música.

Puedes escuchar las dos primeras obras del programa en estos enlaces:

Mozart, sinfonía nº 27 (Trevor Pinnock)
(Son tres movimientos que debes seleccionar cuando estés dentro de spotify)


Tchaikovsky, variaciones sobre un tema Rococó (Gergiev-Capuçon)
(Son ocho movimientos que debes seleccionar cuando estés dentro de spotify)

En los siguientes enlaces de Youtube se pueden ver algunos vídeos del violonchelista
Daniel MüllerSchott

Variaciones Rococó

Concierto para violonchelo de Dvorak

Doble concierto para violín y violonchelo de Brahms

Trío para violín violonchelo y piano de Mozart

lunes, 16 de enero de 2012

1. Concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (17-02-2012): Introducción

Al enfrentarnos a una obra de arte, se  pueden percibir un sin fin de emociones, las que nos aportan la belleza, el drama,  el uso de elementos que nos parecen geniales u otros de los que no somos conscientes. En pintura puede ser el uso del color y de la luz y en música la combinación de timbres o el desarrollo de una melodía. Son sensaciones personales y a veces intransferibles que entrenan a nuestros sentidos, nos enseñan  a percibir las cosas que nos rodean, a ver y escuchar lo que tenemos ante nosotros y que podría pasar desapercibido por su aparente insignificancia, pero que vistos con la suficiente atención hacen de la vida algo maravilloso, es decir, nos ayuda a percatarnos de la realidad sensible que nos rodea.

El mensaje que el autor de la pintura o de la música o de cualquier otra manifestación artística ha querido transmitir, está oculto en el lenguaje que ha utilizado. Pero no hay arte más enigmático en este sentido que la música. El compositor utiliza sonidos para transmitir su mensaje emocional,  indescifrable desde un punto de vista racional, sólo perceptible mediante nuestras emociones. En relación esto, el cineasta ruso Tarkovsky afirmaba lo siguiente con respecto al arte:

“ Lo infinito no es materializable, tan solo se puede crear una ilusión, una imagen. Una idea se puede crear y sentir, aceptar o rechazar pero no se puede comprender en un sentido racional. La idea de lo infinito no se puede expresar con palabras. Ni siquiera se puede describir, pero el arte proporciona esa posibilidad. Hace que lo infinito sea perceptible”. 

 Cuando uno asiste a un concierto debe dejarse llevar, pero con una escucha atenta que preste atención a los detalles, dejando que sean nuestras emociones las que afloren. Todo esto es un magnífico entrenamiento para nuestra sensibilidad, nos ayuda a conocernos mejor y por tanto a conocer también mejor a los demás.  En definitiva nos hace mejores personas y más humanos. Si asistiendo a este concierto consiguiéramos acercarnos un poco a este ideal, habría valido la pena. Nos sentiríamos en una mayor disposición de comprender y de ser más felices.

Cuando se habla de música clásica aparece en no pocas personas un prejuicio inconsciente, como si habláramos de algo aburrido, sin mucha sustancia. Como mucho se habla de ella como música relajante, que se escucha mientras se está leyendo, o haciendo cualquier otra cosa. Quien así piensa, normalmente no se ha parado a escucharla realmente. Posiblemente esto sea un rasgo de nuestra cultura. Somos un país con escasa tradición musical y eso se nota en la apreciación que se tiene de la música.
Para una buena apreciación de la música es conveniente un conocimiento previo sobre el compositor, del entorno social e histórico al que pertenece,  del estilo y sobre su ubicación en la historia de la música. Cuanto más se sabe de una cosa más se disfruta de ella. No puede amarse lo que se desconoce. Es conveniente también escuchar la música atentamente, tomándonos nuestro tiempo, concentrados y sin interferencias que nos descuiden de lo importante en el concierto. ¿Por qué cuando estamos viendo una película no concebimos estar haciendo otra cosa y sin embargo vemos normal escuchar música mientras realizamos otra actividad? Seguramente por no saber que cuando la escuchamos con atención, es el compositor quien nos habla y nos lleva de la mano por su universo personal ayudándonos de esta forma a descubrir también el nuestro.

domingo, 8 de enero de 2012

Hector Berlioz y las Noches de Verano

Hay obras que, por alguna razón, no ocupan para un aficionado a la música un lugar importante, al menos a priori, pero que en un determinado momento, y sin saber muy bien la razón adquieren un gran protagonismo. Esto es lo que me ha ocurrido con “Les nuits d’été” del compositor francés  Hector Berlioz. Me pasaron desapercibidas hasta que pude escuchar la obra en directo, fue hace dos años aproximadamente, estaban incluidas en la temporada de abono de la ROSS. Las descubrí escuchando algunas grabaciones para preparar el concierto y me sorprendieron gratamente por su belleza y lirismo. Después escuché la estupenda versión de la orquesta en vivo con la contra-alto Nathalie Stutzmann, para mi gusto una voz demasiado grave y oscura para el papel. Pero reconozco que no ha sido hasta ahora mismo cuando he reconocido el enorme valor de esta obra al escuchar, repetidas veces, la reciente grabación de la mezzosoprano Anne Sophie Von Otter y la Orquesta de los Músicos del Louvre, dirigidos por Mark Minkowsky.




(Hector Berlioz)

Hector Berlioz es un compositor que no ha tenido el reconocimiento y la valoración que merece en un amplio sector del público, y del que se recuerda sobre todo su Sinfonía Fantástica como obra destacada y de incorporación frecuente a las programaciones de la orquestas actuales. Sin embargo son muchas las obras que merecerían destacarse de su producción. Nació en 1803 y murió en 1869 por lo que vivió dentro del periodo romántico del siglo XIX. Su creación artística estuvo marcada por dos factores fundamentales, el conocimiento de la obra de dos genios,  William Shakespeare y Ludwig Van Beethoven. De hecho, sus sinfonías  incorporan la voz humana al igual que la 9ª de Beethoven y prácticamente toda su producción tiene influencias del genial dramaturgo inglés. Otra característica importante de su obra es el programa o argumento inherente a sus obras, aunque estas sean de carácter intrumental. Baste recordar que en el estreno de su Sinfonía Fantástica los asistentes recibían una octavilla con las explicaciones correspondientes al argumento de la obra, aunque ésta era de carácter instrumental. Otro aspecto importante es el uso de la instrumentación y orquestación como elementos consustanciales a la obra y no como meros elementos de relleno o de decoración. También es importante el uso de la idea fija, recurrente dentro de sus obras y que destaca de forma importante el aspecto psicológico de sus composiciones y que sería el germen de lo que más tarde evolucionaría en la música programática de la mano de Liszt, Wagner o Richard Strauss.

Berlioz no es considerado por muchos como un músico de primera fila, quizás por poseer una obra inclasificable y original que da comienzo a un estilo nuevo lleno de sugerencias literarias y por tanto alejado del modelo clásico,  y por ser un revolucionario en sus múltiples concepciones artísticas,  que incluso en la actualidad sigue provocando cierto desconcierto. Sin embargo es un autor que tiene importantes defensores como el director inglés, Sir Colin Davis que tiene grabada prácticamente toda su obra. Su catálogo creativo es muy amplio, por ejemplo la Sinfonía Romeo y Julieta, la Sinfonía sobre un tema Fúnebre y Triunfal, el Réquiem, la excepcional Sinfonía Fantástica, el oratorio La Infancia de Cristo, sus óperas entre las que destaca Los Troyanos y otras muchas composiciones que no hacen sino afianzar su categoría artística. Pero en esta entrada quisiera destacar una bellísima obra que muchas veces pasa desapercibida “Les nuits d’ètè “. Es una colección de 6 canciones sobre poemas de Theophile Gautier que dan unidad a la obra por la temática común de los textos en los que el amor es el protagonista. Las canciones extremas son más extrovertidas mientras que las cuatro centrales tienen un sentido más melancólico y desesperado. Es imprescindible leer los poemas mientras se escucha la música en una versión bilingüe, como la que se puede ver en este (enlace), para percibir la obra plenamente. Es una obra bellísima que por momentos recuerda a las mejores arias de opera.